Por Gilda Y. Andrade Michel y María Guadalupe
Velarde Aguilar
Los
tardígrados, mejor conocidos como “ositos de agua”, son seres diminutos que
miden de 50 micras hasta un milímetro, su forma se parece a la de un barril (o
a osos de gomita), tienen ocho patas y en la actualidad se han descrito
alrededor de mil especies.
El
primero en observarlos fue Goeze, un zoólogo alemán, quien en 1773 los llamó
“ositos de agua”, después el brillante naturalista italiano Spallanzani en 1777
los bautizó como tardígrados (del latín tardigradus
que significa marcha lenta), debido a los movimientos lentos que presentan
cuando se les mira bajo el microscopio. Su cuerpo generalmente no tiene color
aunque se han observado algunos en tonos rojos, cafés, amarillos, blancos,
verdes, esto depende de lo que se alimenten; normalmente consumen bacterias,
algas, pequeños invertebrados y hongos.
Los
ositos de agua cuentan con un sistema digestivo completo, sistema nervioso, aparato
reproductor, existen machos y hembras diferenciándose por su tamaño(los machos
suelen ser más pequeños); algunas especies son hermafroditas y otras se
reproducen por partenogénesis (las hembras son capaces de reproducirse sin
necesidad de ser fecundadas por un macho).
Otra
de las características llamativas de los tardígrados es que mantienen un número
de células constante a lo largo de su desarrollo, estamos hablando más o menos
de 40 mil células que mantiene durante toda su vida, esto quiere decir que
conforme crece el organismo las células incrementan su tamaño, mas no su número,
a este tipo de característica se le llama eutelia.
¿Dónde viven?
La
mayoría de estas especies son semiacuáticas, existen especies de agua dulce que
puedes encontrar entre musgos o algas, otras viven en el lodo de lagunas y
lagos de aguas frías (generalmente en las orillas aunque también a 100 metros
de profundidad). Por otro lado tenemos los que prefieren la vida más sabrosa del
mar, a estos los puedes localizar entre la arena y las algas de la zona de
marea, otros viven asociados a crustáceos o moluscos.
Se
han encontrado a estos pequeños organismos viviendo en aguas termales e
inclusive enterrados bajo capas de hielo en las montañas del Himalaya. Bajo
condiciones experimentales han sobrevivido temperaturas bajo cero de hasta -273
°C y muy altas de 148 °C, tienen la capacidad de soportar presiones de hasta
6000 atmósferas (siendo 1 atmósfera la presión normal en la superficie de la
Tierra) y pueden sobrevivir a dosis de radiación miles de veces más fuertes de
las que un humano podría soportar.
Recuerda: hazte bolita y resiste
Los
tardígrados normalmente están rodeados por una película de agua que les permite
realizar sus funciones vitales, conforme se seca el agua entran en un estado de
letargo: dejan de moverse y se hacen chiquitos (contraen sus apéndices y
tamaño).
Cuando
las condiciones ambientales en las que se encuentran estos animales se vuelven
extremas, entran en un estado conocido como criptobiosis o estado
anhidrobiótico.
La
criptobiosis consiste en un proceso por el cual pasan de tener 85 por ciento de
agua a tan sólo 3 por ciento; existe una reducción o cese temporal del
metabolismo, reproducción y crecimiento, además se sabe que pueden durar en
este estado hasta 4 años; aunque se rumora que podría extenderse hasta más de 100
años, porque en un museo en 1948 una bióloga italiana (Tina Franceshi) encontró
tardígrados en una muestra de musgo seca de más de 120 años, los rehidrató y
pudo observar ligeros signos de movimiento por unos pocos minutos.
¿Osos en el espacio?
En
2007 investigadores de la agencia espacial europea (ESA por sus siglas en
inglés) lanzaron una muestra de tardígrados deshidratados a la radiación solar
y el vacío del espacio exterior y los
dejaron ahí por diez días, cuando la muestra regresó a la Tierra y se rehidrató,
notaron que algunos de estos animalitos sobrevivieron a tales condiciones
extremas. Otra prueba para evaluar los poderes de los ositos de agua sucedió en
2011, donde esta vez investigadores italianos expusieron a tardígrados hidratados
y a sus huevos a radiaciones ionizantes y microgravedad, de regreso a la
Tierra, los ositos de agua sobrevivieron, los huevos eclosionaron y siguieron
con su vida. Estos experimentos en el espacio les dieron el título a estos
animales de “modelo emergente en biología espacial”, debido a que su uso en
investigación espacial permite hacer experimentos con organismos que se
caracterizan por tener un alto nivel de complejidad biológica y por llevar a cabo procesos fisiológicos tales
como digestión, reproducción, entre otros, que podrían ser comparables a los de
los humanos.
Las
aplicaciones que surjan a partir del estudio de los tardígrados y sus
mecanismos de supervivencia, pueden ser
aplicados, por ejemplo en la crioconservación (conservación a bajas
temperaturas) de materiales biológicos como células, vacunas, alimentos,
etcétera.
Los
científicos siguen sintiéndose atraídos hacia los tardígrados porque a pesar de
ser tan pequeños, pueden mostrar interesantes y complejos mecanismos que nos
ayuden a entender/descifrar conceptos fundamentales de la naturaleza.
Publicado en la edición semanal de El
Comentario
Lunes 20 de abril de 2015
Número 202, páginas 16 y 17
Fuentes:
1. Hoffman, A. y
Jiménez, M. L. 1994. Tardígrados de México. Anales del Instituto de Biología.
Serie de Zoología. 65 (2). 297-301
2. Stromberg, J.
2012. How does the tiny waterbear survive in outer space? Smithsonian
magazine.
Imágenes:
Science photo
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