Por: María G. Velarde Aguilar y Gilda Y. Andrade Michel
La vida como la conocemos hoy en día es el resultado de muchos
cambios que han ocurrido desde que el primer ser vivo apareció en la Tierra. Entre
estos cambios se encuentra la aparición y desaparición de especies, y se ha
calculado que la tasa de extinción natural en condiciones “ideales” es de una
especie por cada millón por cada año, seguida de la aparición de especies que
de cierta manera reemplazan a las perdidas.
Pero eventualmente ocurren extinciones a gran escala, seguidas
de una recuperación lenta conforme las nuevas especies surgen y pueblan de
nuevo la Tierra; estas extinciones han sido tan masivas que se estima que el
90% de las especies que han habitado el planeta se encuentran actualmente
extintas. Hasta donde sabemos estos eventos ha ocurrido en cinco ocasiones, en
las cuales perdimos por ejemplo a los carismáticos dinosaurios, los tigres dientes
de sable, mamuts y ammonites.
Tigre de tasmania, especie extinta. Fotografía tomada en el Zoológico Nacional de Washington en 1904. |
Sin embargo actualmente estamos viviendo lo que muchos
científicos han calificado como la sexta extinción masiva, la cual a diferencia
de las otras que ocurrieron debido principalmente a eventos climáticos o
geológicos, está directamente relacionada con actividades propias de la especie Homo sapiens, es decir nosotros los
humanos; dichas actividades incluyen la degradación del hábitat,
sobreexplotación, tráfico ilegal de especies y contaminación.
Esto tiene en el borde de la extinción a uno de cada cuatro
mamíferos conocidos, una de cada ocho aves, uno de cada tres anfibios, una de
cada tres coníferas y otras gimnospermas. El resto de los organismos no se han
analizado exhaustivamente pero se estima que el 40% de las especies del planeta
están en peligro, incluyendo talvez el 51% de los reptiles, 52% de insectos y
73% de las plantas con flor.
Algunas investigaciones conservadoras estiman que la
extinción actual ocurre 100 veces más rápido que la extinción natural, pero
otros estudios mencionan que en realidad ocurre al impactante ritmo de 1,000 a
10,000 veces más rápido.
Calcular en número de especies es muy difícil, en parte
debido a que no sabemos exactamente cuántas especies existen. Los científicos
han identificado unos 1.9 millones, y posiblemente existan otros millones que
no han sido descubiertas, entonces si le hacemos caso al estimado más bajo de
extinciones actuales (100 veces), estaremos perdiendo entre 200 y 2,000
especies cada año, y si el estimado más alto tiene razón (1,000 veces),
entonces se extinguirán entre 10,000 y 100,000 especies anualmente.
Sin importar quién tenga razón en los números, o qué tan
exactas sean esas predicciones, lo que no podemos negar es que estamos en medio
de una gran crisis de biodiversidad. La humanidad ha sido testigo de la desparición
de especies emblemáticas como el dodo (Raphus
cuculatus), el lobo de Tasmania (Tylacinus
cynocephalus), el pingüino alca gigante (Pinguinus impennis) y la quagga (Equus quagga quagga), y existen otras 17,000 que están en riesgo de
tener el mismo destino, de las cuales unas 7,000 son animales y 8,000 son
plantas.
Lobo mexicano, especie declarada extinta en la naturaleza. Fotografía tomada en el Zoológico de Aragón, D. F. |
En México existen más de 2,600 especies en riesgo, y también
tenemos casos de extinciones como la foca monje del Caribe (Monachus tropicalis), el oso pardo (Ursus arctos horribilis), el lobo
mexicano (Canis lupus baileyi) y la
paloma de la isla del Socorro (Zenaida
graysoni).
Ahora mismo existe una muy seria preocupación de perder una
especie más dentro de los próximos dos años, se trata de la vaquita marina (Phocoena sinus), una especie de mamífero
marino, que habita exclusivamente en el Golfo de California, se calcula que
solamente existen 96 individuos y su mayor amenaza es que queda atrapada en
redes de pesca, por lo que actualmente existe una iniciativa para utilizar otro
tipo de métodos de pesca que no la afecten.
Vaquita marina, especie mexicana en crítico peligro de extinción. |
La desaparición de todas estas especies nos preocupa no solo
porque nos privamos de su compañía y belleza, sino porque eso pone en riesgo
nuestra propia existencia. Verá usted, todos los seres de este planeta estamos
interconectados unos con otros dentro de los ecosistemas, en los cuales todas
las especies tenemos nuestro rol y formamos así la red de la vida.
Los humanos le debemos todo a esa red, literalmente
todo, el aire que respiramos, el alimento que comemos, los materiales con los
que construimos nuestras casas, ropa, libros, computadoras, medicinas. Y otros
muchos servicios que ni siquiera podemos imaginar que existan, en especies que no
hemos identificado aún, como quizá la esperada cura contra el cáncer y ¿porqué
no? quizá también la conservación de la juventud.
Publicado en la edición semanal de El Comentario
lunes 9 de marzo de 2015
Número 199, páginas 16-17
Fuentes:
1. CONABIO, 2012. Disponible en:
www.conabio.gob.mx.
2. WWF, 2015. Disponible en: wwf.panda.org.
Fotografías:
1. commons.wikimedia.org
2. bdi.conabio.gob.mx
3. bdi.conabio.gob.mx
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