Por
Gilda Y. Andrade Michel y María Guadalupe Velarde Aguilar
¿Te ha pasado que en ocasiones te sientes tan solo
que no consideras que en tu cuerpo tienes otros seres? Así es, en nuestro
cuerpo conviven lombrices, bacterias, hongos, etc. y todos ellos revolotean
felizmente haciéndote compañía. Pero no te agobies; pues si analizas con
detalle las interacciones (entre organismos) que se llevan a cabo dentro de tu
cuerpo (ya sean positivas o negativas), en términos generales concluimos que
éstas lo hacen funcionar de manera adecuada, aunque algunas veces nos pueden
hacen pasar un mal rato…
Si bien Aristóteles definió a nuestra especie como
Zóon politikon, es decir, que somos animales sociales y necesitamos de otros de
nuestra especie para sobrevivir; ahora sabemos que no sólo necesitamos
interactuar con otros humanos, sino que también con un complejo de organismos
que forman redes de interacciones, y que son muy importantes para el
funcionamiento de nuestro cuerpo y nuestro medio ambiente. Todas y cada una de
las especies tiene determinada conducta que favorece o perjudica a otra, por
eso es tan interesante la manera en que convivimos con nuestro entorno.
Vámonos por
partes
Comenzamos mencionando que de manera general existen
dos tipos de interacciones entre especies en un ecosistema: las
intraespecíficas y las interespecíficas. Las primeras se dan entre organismos
de la misma especie, por ejemplo las relaciones entre los progenitores y su
descendencia o parientes cercanos que pueden durar períodos largos de tiempo, y
sirven por ejemplo para ayudarse en la tarea de búsqueda de alimento y
protección a su grupo. Tal es el caso de los elefantes, las aves migratorias
que se trasladan juntas, las asociaciones entre abejas o también las que se
llevan a cabo entre hormigas.
Las interespecíficas son las relaciones que se
llevan a cabo directa o indirectamente entre individuos de diferentes especies
como veremos a continuación, existen formas negativas y positivas de este tipo
de interacción.
El lado
“oscuro” de las relaciones interespecíficas
¿Te suena la canción “eres un para, un parásito…”?
Pues te presentamos las relaciones catalogadas como negativas, dentro de las
cuales mencionamos el amensalismo, parasitismo, la depredación y la
competencia.
Iniciaremos con el amensalismo, que se caracteriza
por ser perjudicial para un organismo, mientras que al otro no le causa
alteraciones, es una asociación “neutra” por ejemplo algunas hierbas que viven
a la sombra de enormes árboles de la espesa selva amazónica y no alcanzan un
rayito de luz para crecer, son perjudicadas por
las que dominan las alturas (que disfrutan del sol y crecen “a sus
anchas”).
En el parasitismo (de los más conocidos), el
parásito es el que tiene más ventaja en la relación, y perjudica al huésped sin
aportar alguna ventaja por su estancia en éste (aunque en ocasiones
indirectamente sí podrían proveer ciertos beneficios, como los que presentamos
en el No. 158); existen muchos ejemplos, pero en este caso dejamos los más
comunes como las garrapatas en perros, las solitarias en humanos, las pulgas,
piojos…
En cuanto a la depredación y la competencia existe
un mundo de ejemplos, aunque desde un punto de vista antropocéntrico, somos los
humanos los que tienen ventaja, en la mayoría de los casos, sobre otras
especies.
Llevando la
fiesta en paz
No sólo contamos con el lado oscuro de las
relaciones interespecíficas, también contamos con el “lado positivo” dentro de
esta categoría encontramos el comensalismo, mutualismo y, seguramente te
resulte conocida la “simbiosis”. Esta palabra abunda hoy en día en los
comerciales, su origen es griego y significa básicamente -vivir juntos-, se
refiere a una cercana y prolongada asociación entre dos o más organismos de
diferentes especies los cuales se benefician uno del otro.
Por ejemplo la asociación entre una salamandra
moteada (Ambystoma maculatum) y un
alga (Oophila amblystomatis), es un
caso de simbiosis muy particular: el alga aparece de generación en generación
en estas salamandras observándose en los embriones, le da consistencia y
protección a los embriones de la salamandra; y se alimenta de los desechos
nitrogenados que liberan éstos, el servicio que reciben los embriones a cambio
es la oxigenación interna, hasta el momento de eclosionar.
Ahora abordaremos el mutualismo, una relación en la
que dos individuos de diferentes especies se benefician, por ejemplo en la
polinización, las flores usando sus olores y colores atraen a sus polinizadores
(insectos, murciélagos…) para que éstos faciliten su reproducción, y los
polinizadores a su vez, se alimentan de lo que las flores le ofrecen. Existen
casos particulares e interesantes donde esta relación dura cientos de años y la
interacción flor-polinizador es tan específica, que la flor no puede ser
polinizada por otro organismo, por ejemplo los ficus y sus avispas
polinizadoras, que al parecer han coevolucionado desde hace 60 millones de
años, ¡eso sí es fidelidad!.
Otro ejemplo
de mutualismo es el que llevan a cabo las anémonas con el pez payaso, ya que
éste último no resulta afectado por las toxinas de las anémonas, esto le
permite vivir dentro de ellas y protegerse de depredadores, el pez payaso le
regresa el favor alimentándose de los pequeños depredadores de los que las
anémonas no se pueden defender.
Por último y no menos importante, te presentamos al
Comensalismo: la relación en la que sólo una de las partes involucradas se beneficia,
pero no perjudica a la otra, por ejemplo los animales carroñeros que siguen a
los cazadores para alimentarse de sus sobras. Uno de los ejemplos más famosos
es el de las rémoras, los peces que se adhieren a la superficie de tiburones,
ballenas, tortugas para transportarse y para alimentarse de los restos de
comida.
Te invitamos a que reflexiones sobre el rol que
juegas en tu medio ambiente y a que tengas siempre en mente que cada organismo
por pequeño o grande que sea, tiene un propósito en el flujo de energía dentro
del ecosistema, y su presencia en ocasiones está comprometida por la
perturbación de hábitats.
Publicado en la edición semanal de El Comentario
Lunes 26 de mayo de 2014
Número 164,
páginas 16 a 18
Fuentes:
http://www.revista.unam.mx/vol.13/num7/art71/art71.pdf
http://www.ojocientifico.com/3578/que-es-y-cuales-son-las-relaciones-simbioticas
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buzon.pregunton@gmail.com
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